La propuesta que puso sobre la mesa el partido Acción Nacional ha sido una de las más light que se han presentado en los últimos años ante el Congreso de la Unión y al parecer correrá con la misma suerte de las anteriores: la congeladora. El aumento en los requisitos para emplazar a huelga y el establecimiento de límites para quienes acuden a ese derecho laboral, así como los mecanismos para transparentar los recursos y estatutos de los sindicatos, son el dique a su aprobación. El gobierno y el partido blanquiazul hicieron un trabajo intenso de cabildeo y negociación con los empresarios y fuerzas políticas, pero descuidaron nada más y nada menos que al sindicalismo. El resultado está a la vista. Los sindicatos no están dispuestos a aceptar que, por ejemplo, se reduzca el pago de salarios caídos en caso de que la huelga se prolongue indefinidamente. Pese a que la mayoría de los líderes sindicales ha salido a manifestar su oposición a las reformas, el senador Gustavo Madero, uno de los promotores, se mantiene optimista en que al menos salgan cambios relacionados con la productividad de las empresas y equidad de género.
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