5 preguntas a Stiglitz


5 preguntas a Stiglitz
Ganador del Premio Nobel de Economía en 2001 por su análisis de los mercados con información asimétrica, Stiglitz escribió El malestar en la globalización, libro que fue traducido a 35 idiomas y vendió más de 1 millón de ejemplares. Otros títulos recientes son Los felices noventa y Cómo hacer que la globalización funcione.


¿Cómo pueden las pequeñas y medianas empresas competir con éxito en el mercado global?

Una cuestión estratégica clave para cualquier empresa consiste en encontrar un nicho, porque en el mercado global no podrá competir con la producción en masa y los commodities chinos que, por otra parte, no dejan altos márgenes de ganancias. Entonces, lo primero es encontrar su nicho, y luego aprovechar las redes o vínculos con la base de clientes. Internet facilitó el contacto entre personas y redujo los efectos de la distancia; en consecuencia, las pequeñas y medianas empresas pueden detectar muy rápido a los proveedores en cualquier parte del mundo. Para competir con éxito también son importantes las acciones cooperativas.

¿Podría dar un ejemplo?

El de Italia, cuya economía, basada en pequeñas y medianas empresas, tuvo gran éxito en años recientes. Esas empresas encontraron nichos en maquinaria a medida y especializada, que no compite con la producción masiva china, ni con la producción a gran escala alemana.

¿Qué pueden hacer los gobiernos para facilitar el acceso al crédito?

Para las pequeñas y medianas empresas, el acceso al crédito es un problema en todo el mundo; incluso en los Estados Unidos, donde hay una división gubernamental que facilita el crédito a las pequeñas empresas, y un banco de importaciones y exportaciones que financia a los exportadores. Lo cierto es que, aun en un mercado financiero que funciona muy bien, como el estadounidense, el gobierno toma cartas en este asunto.

Hay claras señales de que uno de los grandes desafíos de las próximas décadas serán los efectos del cambio climático. ¿Cree que hay conciencia al respecto en las empresas?

Ese problema es parte de un desafío mayor: el de adaptarse a las restricciones del medio ambiente. Muchas empresas han puesto el foco en retener la fuerza laboral; sin embargo, no hay escasez de mano de obra, como demuestran los grandes niveles de desempleo en varios países. En cambio, hay peligro de que se agoten los recursos naturales. La gente se está dando cuenta de que, si todos producen y consumen al estilo estadounidense, el mundo no sobrevivirá. China se comprometió a mejorar el uso eficiente de energía en un 20 por ciento en los próximos cinco años. Un objetivo ambicioso, por cierto, y que no se alcanzó en el primer año. Pero China tiene la firme determinación de lograrlo, y todos los países tendrán que hacerlo.

¿Considera que otro reto, en especial para los Estados Unidos, es el de aceptar la nueva distribución de poder?

Sí. Tras ganar la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una superpotencia con autoridad para fijar pautas al resto del mundo. Irak le enseñó una lección importante: la nación más rica del mundo no pudo imponerse a un país con el 10 por ciento de la población y el 1 por ciento del PBI estadounidenses. No nos gusta usar la palabra derrota, pero es obvio que los Estados Unidos perdieron la guerra en Irak y, en ese proceso, causaron la pérdida de vidas y de casi US$ 2 billones. Otro factor que influye en la nueva distribución del poder es el crecimiento de China. En vez de apuntar a la expansión militar, China se concentró en mejorar el bienestar de su gente. Y está lográndolo. La cuestión, para los Estados Unidos, es si aceptaremos estos cambios según los principios que declaramos seguir, los mercados y la globalización, o si el país pretenderá mantener el tipo de relación dominante del pasado.

 

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