22 AÑOS, NOVIOS POR SIEMPRE

 

 

Siendo jóvenes, adolescentes, el iniciar una relación de noviazgo es un tema casi tan importante como la vida misma. El saber que le eres atractivo a otra persona, hace que la estima llegue a niveles solo similares a los que se sienten cuando se obtiene un premio, una recompensa, tu primer sueldo o el haber pasado de grado escolar. El sentimiento que se genera cuando una persona te da el ansiado "Si, si quiero ser tu novi@", es indescriptible.

Luego, ya en la tranquilidad, se da uno cuenta de lo que esa responsabilidad representa y se pone uno a pensar en todas aquellas actividades que debe considerar para que la pareja siga pensando que la decisión tomada fue acertada. Dentro de esas actividades están el cambio de hábitos: bañarte más frecuentemente, lavarte los dientes cuando antes no lo hacías, cuidar tu aspecto, tu ropa, tu peinado, la forma en que comes, los zapatos, los tenis, los calcetines. Todos esos hábitos tan tuyos que ahora ya no lo son, deben ser cambiados para dar una mejor impresión y fomentar en la pareja el orgullo de ser un novi@ del cual se pueda presumir.

A nosotros nos llegó esa sensación ya no tan adolecentes, pero si  jóvenes. Eso generó menos cambios en nuestros hábitos porque ya sabíamos el compromiso de ser novios. En mi caso, ya con empleo y con ciertas responsabilidades profesionales que me obligaban a mantener una apariencia diferente en mi persona, me generó menos conflicto para mantener algunos de esos hábitos. Pero si me hizo cambiar, en mucho, mi forma de enfrentar mi noviazgo contigo.

Y te lo platico.

En un día como hoy, primero de Junio, pero hace 22 años, decidiste ser mi novia. Soy de los que piensan que la mujer escoge al hombre que la va a escoger. Y tú me escogiste.

Aunque ya estábamos saliendo, aún no lograba descifrar si iba a tener una oportunidad contigo. Me preguntaba, frecuentemente, si una persona como tú podría algún día ser mi novia. Finalmente lo descubrí aquel día primero.

Probablemente no lo notaste, porque aún nos estábamos conociendo, pero cambié mucho mi forma de ser. Teniendo otros noviazgos, mi objetivo era no fallar en este. Desde que te conocí, supe que eras una persona diferente y aquilaté eso de manera que me decidí a conquistarte. Me esforcé como nunca lo había hecho, para que la relación funcionara. Y cambié. Me cambiaste sin pedírmelo.

Comencé a ser puntual en nuestras citas. Comencé a lavar mi carro para que no hubiera queja. Me preocupé por mi vestimenta como nunca lo había hecho. Hasta mi peinado y corte de pelo los cambié.

Tú nunca lo notaste, pero yo hice un gran esfuerzo por qué me vieras diferente. Pero sobre todo, necesitaba ser diferente para conquistarte y que sintieras que había sido una buena decisión el que fueras mi novia.

Poco a poco vi que nuestra relación fue tomando un rumbo diferente a todas mis otras relaciones. Me sentía relajado, tierno, con ganas de comprarte el mundo. Me sentía un yo completamente diferente. Incluso, me sentía excelentemente bien en los otros ámbitos de mi vida: mi trabajo, mi relación familiar, mis pasatiempos, etc.

Era un yo, que me gustaba y que, al ver tus ojos, parecía que a ti también te gustaba.

Ese gusto mutuo llegó al grado de decidir que ya no queríamos separarnos ni un minuto y decidimos pasar al siguiente nivel. Casarnos fue nuestro compromiso más leal de que nuestro noviazgo era para siempre, el más auténtico.

Y así, al igual que me diste el "Si, acepto ser tu novia" de manera privada, casi susurrada y poco intensa, casi con miedo a lo desconocido, me diste el "Si, acepto" ante una multitud y de manera sonora en un micrófono que te apuntó el sacerdote en la iglesia, tan convencida y tan segura, para ser mi esposa toda la vida.

Cuando nos preguntan cuánto tiempo duramos de novios antes de casarnos, me cuesta mucho diferenciar tiempos y periodos. Para mí, nunca has dejado ser mi novia y de esa manera te trato. Esos detalles que hicieron cambiar mis hábitos personales, aún los cultivo día a día para siempre conquistarte. Me gusta ser así. Me gusta la forma en que decidí ser para agradarte día a día. Ya no me esfuerzo como antes que me costó varios cambios. Ahora simplemente me arreglo para ti, me aseo para ti, cuido todos los detalles para ti. Sin esfuerzo. Con mucho agrado e ilusión.

Entonces la respuesta a la pregunta que nos hacen es que, siempre hemos sido novios. No hemos dejado de serlo. Nuestra relación no cambió cuando nos casamos. El proceso de matrimonio no cambió la forma de vivir nuestra relación y siempre te he considerado mi novia. Y con esa consideración en mente, te trato como si el estado de novios a esposos no existiera como un nivel o escalón. Yo escalé todo lo posible cuando decidiste ser mi novia y solo el cielo es el límite para nuestra relación.

Sigue siendo mi novia que yo seguiré tratando como tal. Son ya 22 años y lo que falta. Quiero romper el record mundial de duración de novios. Hemos sido creados para ser considerados los mejores novios de la historia.

Te quiero novia mía.

Siempre tuyo.

Tu novio, Víctor.

 

 

Junio, 2012

Comentarios