El líder que crece es el que jamás deja de ser un aprendiz


 

Dr. Roberto Vola-Luhrs (*)

El liderazgo es un proceso de aprendizaje permanente. Si bien les ha tocado estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y tuvieron una cuota de suerte, ninguno de ellos estuvo sentado esperando que las cosas sucedan: fueron al encuentro de su destino.

El perfil de los aprendices, en la edad media, respondía fundamentalmente a tener lealtad, obedecer, no ausentarse y demostrar compromiso con su trabajo y aprendizaje permanente. Quien no ha tenido capacidad para obedecer no puede mandar. Es fundamental haber sentido que el poder lo tiene otro, para luego poder ejercerlo con propiedad.

Si las personas reconocen en los líderes estos atributos, entonces, responderán de la misma manera. Aquellos que lideran a otros buscan desafíos y tienen la ambición de crecer. El aprendiz sabe que está en el primer peldaño de su carrera y pone empeño en lo que hace. El buen resultado le dará la posibilidad de alcanzar al  escalón siguiente (oficial) para coronarse, finalmente, como maestro.

Los líderes, para ganarse el prestigio como tales, deben demostrar una conducta que responda a los valores de los individuos que lo rodean. El ciclo se nutre ya que los valores del líder se replicarán en cada uno de los miembros de su equipo. Lo realmente llamativo es que los líderes, necesariamente, han de demostrar primero que hacen lo que exigen, para luego exigir con éxito.
  
La contribución primaria del líder está en el reconocimiento hacia las buenas ideas, en el soporte de esas ideas y las ganas de desafiar al sistema, aunque estas acciones puedan significar errores. El error es la base del crecimiento. En este sentido Bennis y Burt Nanus nos dicen que "cada paso en falso es una oportunidad de aprendizaje y no el fin del mundo". Se aprenden tanto de las equivocaciones como de los éxitos.

Los líderes respiran las esperanzas y sueños de  otros y habilitan a ellos a ver posibilidades excitantes que les promete el futuro.  Hay un propósito común: hacer que ese sueño sea realidad.

Los líderes no logran los éxitos por sí mismos y lo saben más que nadie. Los líderes ejemplares logran el soporte de quienes hacen que un proyecto se logre. Involucran, de algún modo, a quienes deben alcanzar los resultados, y hacen posible que ellos hagan que las cosas sucedan.

Los líderes son laboriosos, alientan a la colaboración, arman equipos, y brindan poder a los demás, porque saben, como los aprendices, lo que se siente cuando el poder lo ejerce otro. Habilitan a otros a actuar. El efecto de habilitar a otros a actuar es hacerlos sentir fuertes, capaces y comprometidos, como lo demuestran ellos, cada vez.

 

 

(*) El Dr. Roberto Vola-Luhrs es Licenciado en Recursos Humanos egresado de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ciencia Política. Socio fundador de Voyer Internacional. Académico en distintas universidades de Latinoamérica y reconocido conferencista en temas de su especialidad.

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