En tu despedida

 

 

 

 

Gracias a todos por su presencia.

Estamos aquí para celebrar la vida de Doña Susana González de Rodríguez, por lo que agradecemos el que nos hayan acompañado en este día.

 

Estarán de acuerdo que Doña Susana cumplió todos los roles que una persona puede tener en la vida. Hija, Hermana, Esposa, Madre, Suegra, Abuela, Amiga, Hija de Dios, fueron algunos de los roles que representó de una manera extraordinaria.

El amor que hasta sus últimos días expresó por sus padres, Doña Luz y Don Antonio,  nos invitó a quererla como ella los amó. Ese amor incondicional hacia ellos, le representaron muchas lágrimas cuando recordaba su partida, su vida a su lado, sus aventuras y viajes que emprendió con ellos y nos hizo ver el gran valor de hija que Doña Susana tenía.

En muchas ocasiones, al ser su casa el centro de todas las llegadas de sus hermanos, nos demostró al cariño y respeto que siempre tuvo para con ellos. Doña Susana siempre fue un excelente hombro para cada uno de sus hermanos: Pancho, Tula, Víctor, Chepa, Ángel, Martha y Antonio. Alguno de ellos aquí presentes y otros uniéndose a ella en la compañía del Señor.  Y, nosotros, lo que la rodeamos, aprendimos de ese amor de hermana.

Nadie como Doña Susana y Don Willy como ejemplo de un matrimonio perfecto. Una verdadera esposa lo fue Doña Susana para Don Willy. Gran ahorradora, superó muchas de las carencias de un matrimonio joven, con hijos, y con una vida llena de dudas e incertidumbres en varias etapas de su vida conyugal. Pero su tenacidad y ganas de sacar adelante su matrimonio, venció uno a uno los obstáculos que se le presentaron. Aprendimos de ella qué, siempre con amor, cualquier dificultad se puede superar. No por algo tu matrimonio llegó a la edad de las bodas de Oro. El gran amor que le profesabas a Don Willy, es y seguirá siendo, motivo de ejemplo para muchos de nosotros aquí presentes.

El día de hoy se habla de madres modernas. Doña Susana, aún sin que se hubiera inventado ese término, lo era. Educó y vio crecer a sus 5 hijos con fundamentos sólidos, valores de vida claros y apegados a nuestra religión católica. Muchos reconocieron y comprobaron los milagros que realizaba Doña Susana a la hora de la comida. De sus ollas salía comida para un ejército porque su casa siempre estaba invadida por sus hijos, por los amigos de sus hijos y por los amigos de los amigos de sus hijos. El milagro de la multiplicación de los panes, era presenciado por muchos de manera frecuente en la cocina de Doña Susana. El rol de Madre fue uno de los que mejor representó en tiempos en los que los valores entraban con el ejemplo y, en muchas ocasiones, con la correa y la chancla. La sinceridad y transparencia para tratar cualquier tema, generó la confianza de sus hijos, de manera que siempre recurrieron a ella para cualquier consejo, aún a sabiendas que iban acompañados de algún regaño.

Y cuando los hijos empezaron a irse de la casa para formar su propia familia, te convertiste en una Suegra conciliadora, amable con los nuevos miembros de la familia y protectora. Rápidamente entendiste que tu lugar siempre era tu casa y no la casa de tus hijos con su nueva familia. Te recordamos respetando siempre el nuevo hogar de tus hijos y las visitas realmente fueron de cortesía y no de intromisión en la vida de las nuevas familias en formación. Fuiste aguda con los comentarios hacia como se debía tratar a tus nueras y yernos. Pediste siempre anteponer los intereses de ellos antes que los tuyos por el bien de los matrimonios que se habían iniciado. Y todos aprendimos esa visión de Madre trasladado a tus hijas e hijos políticos.

Y esa visión de Madre la trasladó a sus nietos. Doña Susana, conscientemente o no, nunca dejó de ser madre aún cuando era a los nietos a quien cuidara o educara. Ingratos sus hijos, descargaron en ella, en muchas ocasiones, el cuidado de los nietos de manera que se convirtieron más en hijos que en esos seres que deben están para agradar a los viejos. Doña Susana fue Madre dos veces en la vida: con sus hijos y con los hijos de sus hijos.

 

Y lo estaba siendo por tercera ocasión, con Mateo, su primer bisnieto.

 

Si algo recordaremos de Doña Susana es su camaradería, alegría y don de gente que tenía. Fue una gran amiga y la evidencia es la cantidad de amigas y amigos que el día de hoy la acompañan. Su casa fue siempre centro de reunión y no existía motivo pequeño para celebrar cualquier evento por insignificante que este fuera. Sus amigas se cuentan por cientos y ella les correspondía con una tacita de café, con un plato de frijoles caldudos o refritos, con una torta, según fuera la ocasión. Ese don de gente de bien la llevó a ser coordinadora de muchos proyectos tanto escolares, de comunidades vecinales y hasta parroquiales. Siempre estuvo dispuesta a contribuir, a poner su granito de arena, en cada proyecto al que se le invitara. Nunca defraudó, nunca estuvo en pleito con nadie. Siempre leal, siempre consejera.

 

Y esas características de persona de bien, la puso al servicio de Dios desde muy joven. Aprendió de manera temprana a rezar el rosario como nadie y nunca dejó pasar una oportunidad para hacerlo, ante la admiración de quienes la escuchábamos rezar con tanta pasión y devoción. Ese camino al Santuario en compañía de varias de sus amigas aquí presentes, representaron muchos kilómetros andados en la compañía de Jesús y de la Virgen Morena a quien tanto les rezaba. Y cuando las fuerzas no la acompañaron para transitar ese camino, formó un grupo que le rezaba a María Virgen a las afuera de su casa, no importando las inclemencias del tiempo.

Podemos declarar el día de hoy, que Doña Susana pasó de ser un fiel de la iglesia a convertir a muchos en fieles creyentes de la palabra de Dios.

¿Cuántos de nosotros no hemos recibido la invitación para cooperar en tareas religiosas y simplemente inventamos pretextos para no hacerlo?

 A Doña Susana le emocionó siempre contribuir, en poner sus manos a la obra y participar activamente en su comunidad religiosa. No en vano llegó a cumplir 25 años de catequista que, el día de hoy, suman varios cientos, algunos de ellos presentes aquí en este día, a quienes preparó para su primera comunión.

 

No cabe duda que, con ese servicio prestado a Dios, Doña Susana estará gozando pronto de Su Presencia.

 

El día de hoy estamos tristes por su partida. Esa tristeza nos durará algunos días, meses e incluso años. Pero el haber conocido a un ser tan extraordinario como Doña Susana, nos debe llenar de alegría porque conocimos a un ser que desempeñó cada uno de los roles que le exigió Dios realizar. Y lo hizo bien, sin quejas, con una sonrisa en la cara y desafiando a la vida cuando esta ofrecía mala cara.

 

Gracias Doña Susana.

 

Dulce Hija,

Amorosa Hermana,

Devota Esposa,

Admirable Madre,

Conciliadora Suegra,

Cariñosa Abuela,

Incondicional Amiga,

Una verdadera Hija de Dios.

 

Les pido un fuerte aplauso por esta maravillosa vida. La de Doña Susana González de Rodríguez.

Nuestra Susy

 

 

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