CUANDO DIJISTE SI

 

 

 

Veo mis manos en el teclado y noto la diferencia. Dista mucho de aquella mano que te tomó con firmeza y te colocó el anillo de matrimonio al tiempo de pedirte que fueras mi esposa para siempre. Veo el paso del tiempo en ellas. Las recuerdo aún temblar cuando te tomé de la mano por primera vez. Y cuando te tomé para caminar ese pasillo imaginario que uno se forma cuando sabe que todo el mundo te está viendo y del cual uno quiere salir lo más rápido posible. Caminamos ese pasillo desde nuestra mesa de boda al centro de la pista para bailar nuestra primera pieza, ya como esposos. Aún tengo esa sensación en mis manos.

Y los recuerdos se agolpan uno a uno al punto que no me da tiempo para teclearlos todos antes de que se me olviden.

Son ya diferentes. Las recuerdo tomando firmemente el volante del auto rentando cuando viajamos juntos durante nuestra luna de miel. Entre kilómetro y kilómetro, nos tomábamos de la mano para sentirnos cerca, para sentirnos uno. Y en aquella ocasión que las emplee para abrazarte lo más fuerte que pude al saber que me convertirías en padre. Y recuerdo la fuerza tremenda con la que me tomaste para que no te soltara justo en el momento que traías al mundo a nuestro Campeón. Mi piel tiene aún tatuada esa fuerza con la que me tomaste de la mano para empujar ese aliento de vida con la que diste a luz a nuestro hijo. Increíblemente, tatuada también tengo la piel de la emoción con la que tomaste mi mano cuando la anestesia te hacia efecto y así seguir el procedimiento que nos llevaría a conocer a nuestra Princesa.

Fuerza. Delicadeza. Ambas sensaciones tatuadas.

Siempre de la mano. ¿Será acaso una señal? ¿Una característica que nos acompañará siempre? Siempre de la mano.

Tengo presente aquel momento en el que me las apretabas dormida producto de algún mal sueño que te aquejaba. Al igual, tengo presente la forma en que me tomabas de la mano para decirme cosas que solo tú y yo sabemos. No olvido ese movimiento tan sincronizado que tenemos para tomarnos de la mano, en ocasiones sin vernos, solo sintiendo el espacio y el tiempo, justo el encuentro, sin titubeos ni ajustes. Siempre coinciden nuestras manos.

Mis manos son diferentes. Pasan ya los años, pero siguen siendo las mismas sensaciones.

Melancólicas buscan la fuerza que producen cuando nos unimos ante una mala circunstancia. Así sentí cuando te me enfermaste. Nunca tan unidas estuvieron nuestras manos en ese periodo. Siempre juntas. Con fuerza. Guiando nuestro camino. ¿Tendrán la fuerza en el futuro?

Las observo mientras escribo. El teclado se oprime al ritmo que marcan los pensamientos. Han cambiando. Son más hábiles en la escritura. Son más hábiles en como toman las tuyas. Se conocen. Se buscan.

 

Son tantos años asiendo las tuyas. Son más de 22 años. Son justo 22 años ahora. Tomo tus manos en la distancia. Tomo tus manos en mis pensamientos. No te suelto.

 

Tomo tus manos como cuando dijiste Sí.

 

Feliz Aniversario.

 

Te ama, tu Esposo.

 

 

 

 

Octubre, 2014

 

 

Comentarios