ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO vs ADMINISTRACIÓN DE LA VIDA

 

 

Recopilación del libro "El Manual del Liderazgo, 26 Lecciones Fundamentales que todo Líder Necesita", de John Maxwell.

 

 

Por Víctor M. Rodríguez G.

 

 

El tiempo es un jefe que da oportunidades iguales a todos. Todos recibimos 24 horas al día, ni más, ni menos, pero no todos le sacamos el mismo provecho a las veinticuatro horas.

La "administración del tiempo" no existe. No es posible administrar el tiempo. No es posible controlarlo en modo alguno. Sigue su marcha sin importar lo que uno haga, tal como el medidor de un taxi continúa en marcha, ya sea que el vehículo esté avanzando o detenido.

Todos recibimos el mismo número de horas y minutos por día. Nadie, no importan lo listo que sea, puede ahorrar los minutos de un día para usarlos en otro. Ningún científico, no importa lo inteligente que sea, es capaz de crear minutos nuevos. Aun con toda su fortuna, alguien como Bill Gates o Carlos Slim, no pueden comprar horas adicionales para su día. Y aunque la gente habla de "buscar tiempo", eso es inútil. No hay tiempo adicional por allí esperando a ser descubierto. Veinticuatro horas al día es lo máximo que recibiremos.

Los días son como maletas idénticas. Aunque todas son del mismo tamaño, algunas personas son capaces de empacar más en ellas que otras. ¿La razón? Saben qué cosas empacar. Es necesario saber qué cosas empacar en el tiempo que se nos ha otorgado.

 

Las Mil Canicas, parábola escrita por Jeffrey Davis.

Cuanto más envejezco, tanto más disfruto los sábados por la mañana. Tal vez es la quieta soledad que acompaña a ser el primero en levantarse, o tal vez es el gozo desatado de no tener que estar en el trabajo. De cualquier modo, las primeras horas del sábado por la mañana son las más placenteras.

Hace unas semanas atrás, estaba caminando hacia el sótano, con una taza de café caliente en una mano y el periódico matutino en la otra. Lo que empezó como un sábado por la mañana típico se convirtió en una de esas lecciones que la vida parece darnos de tiempo en tiempo. Permítame contársela.

Sintonicé el teléfono de mi equipo de radioaficionado para escuchar a una red de trueque. Mientras lo hacía, me topé con un tipo que sonaba un tanto mayor, con una señal fuerte y una voz de oro. Usted sabe, sonaba como una persona que debiera trabajar en radiodifusión. Estaba diciéndole a otra persona algo acerca de "mil canicas".

Eso me intrigó y me detuve a escuchar lo que tuviera que decir:

-Bueno, Tom, suena como que tu trabajo te tiene muy ocupado. Estoy seguro de que te pagan bien, pero es una lástima que tengas que estar lejos de tu casa y de tu familia tanto. Es difícil creer que un joven tenga que trabajar sesenta o setenta horas por semana para cubrir sus necesidades. Es una lástima que te hayas perdido el recital de danza de tu hija.

Él continuó: - Déjame decirte algo, Tom, algo que me ayudó a mantener una buena perspectiva sobre mis propias prioridades.

Y fue allí que empezó a explicar su teoría de las "mil canicas".

-Verás, un día me senté e hice algo de aritmética. La persona promedio vive unos setenta y cinco años. Yo sé, algunos viven más y otros menos, pero en promedio, la gente vive unos setenta y cinco años.

- Luego multipliqué 75 por 52 y eso me dio 3,900, el cual es el número de sábados que la persona promedio tiene en toda su vida. Ahora, no te me distraigas, Tom, porque estoy llegando a la parte más importante.

- Me tomó hasta que llegué a los cincuenta y cinco años de edad para que pensara sobre todo esto en detalle – continuó -, y para ese entonces ya había vivido más de dos mis ochocientos sábados. Me puse a pensar que si llegaba a vivir setenta y cinco años de edad, solo me quedaban como mil sábados por disfrutar.

- Así que fui a una juguetería y compré todas las canicas que tuvieran. Tuve que visitar tres jugueterías para poder conseguir mil canicas. Las llevé a casa y coloqué un frasco de plástico transparente grande aquí, junto a mis cosas. Desde ese entonces, cada sábado por la mañana, saco una canica y la boto.

-Descubrí que al observar cómo disminuía el número de canicas, me enfocaba más en las cosas que realmente importaban en la vida. No hay nada como estar pendiente del tiempo que tenemos sobre la tierra para ayudarnos a poner nuestras prioridades en orden.

-Ahora, déjame decirte lo último antes de despedirme y de llevar a mi bella esposa a desayunar. Esta mañana saqué la última canica del frasco. Calculo que si vivo hasta el próximo sábado, entonces me han dado un poquito más de tiempo. Y si hay algo que a todos nos cae bien es un poco más de tiempo.

- Me agradó conocerte, Tom. Espero que pases más tiempo con tu familia y espero que nos encontremos aquí nuevamente en esta banda.

Se podría haber escuchado un alfiler caer al suelo en la banda radial cuando este hombre se despidió. Supongo que nos dio bastante en qué pensar. Yo había planeado reparar la antena esa mañana y luego iba a encontrarme con otros radioaficionados para trabajar en el próximo boletín noticioso del club. En lugar de ello, subí al segundo piso y desperté a mi esposa con un beso.

- Ven mi amor, vámonos a desayunar con los niños.

- ¿Y esto a qué se debe? – preguntó ella con una sonrisa -. Oh, nada especial, es solo que hace tiempo que no pasábamos un sábado junto con los niños. Oye, ¿podríamos detenernos en una juguetería mientras estamos fuera? Necesito comprar unas canicas.

 

 

No Administre su tiempo, Administre su Vida.

1.- ¿Está despilfarrando su tiempo?

Repase las cosas que hace regularmente ahora. ¿Alguna de ellas está impulsada por expectativas indebidas que otros tienen de usted? ¿Alguna de ellas es poco importante? ¿O todo lo que está haciendo está impulsado por sus prioridades y áreas fuertes? Si no es así, necesita cambiar lo que está haciendo. Si su posición o profesión actual le impiden cambiar sus actividades, considere cambiar las primeras.

2.- ¿Está recibiendo ayuda donde la necesita?

Si está llevando a cabo tareas importantes, pero no está recibiendo ayuda o entrenamiento para mejorar su desempeño, entonces no está administrando su tiempo de la mejor manera. Dedique cierto tiempo a calcular lo que necesita: entrenamiento, asesoría o capacitación. Stephen Covey denomina a este proceso "afilar el hacha". Si su jefe está dispuesto a ayudarle a conseguir cosas, fabuloso. Si no, pague por ellas usted mismo. Mejorar sus habilidades en áreas prioritarias siempre es una buena inversión en sí mismo que rinde dividendos a la larga.

3.- ¿Cómo decide en que invertirá su tiempo?

¿Cuáles criterios usa? ¿Hace lo que se le ocurra en el momento? ¿Crea una lista diaria de tareas que realizar? Le desafío a que aplique su tiempo de modo más eficaz y hacerlo con mayor anticipación.

 

"El tiempo es la moneda más valiosa de su vida. Usted y solo usted determinará cómo se usará esa moneda. Tenga cuidado de evitar que otros la gasten por usted".

Carl Sandburg

 

 

 

Octubre, 2015

 

 

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